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dad que si vos la supieseis os horrorizaríais ... - Decídmela - contestó el rey completamente excitado. - Se trata del paje que tiene a su servicio... - Terminad pronto, y decidme qué es ello... - Majestad, ese paje, es el amante de la reina... -- ¿ Es cierto lo que decís? - Cierto. - Gracias por vuestra noticia. Idos coi1 Dios. *** En el despacho del rey está temblando. de mie– do el dueño de una calera que está cerca de la ciu– dad. -· Os he llamado - ie dice el rey - para enco-– mendaros un asunto muy importante. Mañana a pri– mera hora te mandaré uno de mis pajes a pregun– tar si has cumplido con mi encargo. Apenas ter– mine de hablar le cogerás y, sin miramiento algu– no, le arrojarás al horno de cal, ;porque así convie– ne a mi servicio. - Majestad, así lo haré. El calero salió de palacio horroiizado. Al poco tiempo mandó llamar al paje de quien había recibido el fatal informe y con fingida sua– vidad en las palabras le dijo así: - Sé tu fidelidad a mi esposa la reina y tu prontitud en cumplir sus mandatos. Precisamente por eso te voy a encomendar un asunto muy im– portante y que requiere la máxima fidelidad. 135

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