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SANTA ISABEL DE PORTUGAL (1336) Bajo las frias arcadas del monasterio de Poblet, aprendió Isabel, siendo aún muy niña, la gran lec– ción de las vanidades del mundo. Su abuelo don Jaime el Conquistador, iba a recibir sepultura bajo una de las enormes losas del famoso monasterio. La inocente niña, quedó vivamente impresionada ante el féretro que encerraba los restos mortales de aquel hombre enérgico, duro, austero, que tan-. tas veces la había a ella entretenido con sus histo– rias y sus batallas. Alrededor del féretro estaban mudos y pensati– vos unos hombres de aspecto recio y valeroso, ves– tidos de hierro de pies a cabeza, pero con señales en el rostro de inmensa preocupación. La terrible escena se grabó tan profundamente en la imagina– ción de la niña que durante toda su vida la recordó con terror y con miedo. 127

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