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Conde, y sea la primera que de ninguna manera se impondrán al pueblo nuevos tributos, ni gabelas; la segunda que conservaréis ante todo la paz y ter– cera que respetaréis los bienes del Estado, de la Iglesia y de la nobleza. - Os prometo cumplir, señora, con toda fideli– dad cuanto me pedís. Desde aquel día don Alvaro fue el regente de Castilla, doña Berenguela se volvió a León, y su hermano el rey, se fue a Palencia para ampliar sus estudios. Los primeros meses el astuto don Alvaro trató de cumplir lo mejor que pudo las consignas de do– ña Berenguela, pero no tardó en ser dominado por la ambición. Los tributos fueron aumentando es– candalosamente, los bienes del Estado se malgas– taban en bien suyo y de sus hermanos, los de la Iglesia en parte fueron confiscados en parte grava– dos con enormes impuestos, los de la nobleza ame– nazados por todas partes. Las protestas contra la ambición del regente llegaron a oídos de doña Berenguela que se dispuso a empuñar de nuevo las riendas del Estado de Cas– tilla. Los manejos políticos de los Laras lograron en– cizañar al pueblo, y hasta trató de desterrar a do– ña Berenguela y se refugió en el castillo de Autillo propiedad de don Gonzalo Ruiz Girón, uno de los nobles más influyentes de Castilla. 123

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