BCCCAP00000000000000000000919

- Majestad, la soledad es una de las mayores miserias que pueden sobrevenir a un rey. A vuestra edad no es extraño que soñéis tal vez en alguna princesa hermosa y buena para hacerla, no tardan– do mucho, vuestra legítima mujer... No sé si mi im– prudencia os molestará, pero yo conozco una que aventaja en hermosura y bondad a todas las prin– cesas de las cortes de Europa... Me refiero a la be– llísima Mafalda, hija del rey de Portugal... El rey, completamente ruborizado sólo se atre– vió a decir al astuto valido que quedaba en sus ma– nos el resolver tan delicado asunto. El conde salió de la presencia del rey contento de su maniobra. Pero doña Berenguela, a pesar de ser mujer, iba a cogerle a él y a sus hermanos, en la trampa que ellos no esperaban. *** - Sé que en Castilla no es bien visto el que una mujer empuñe las riendas del gobierno. Mi herma– no, como sabéis es muy joven aún para ser procla– mado rey. Mi deseo es, que vos, don Alvaro, os en– carguéis personalmente de la regencia. - Si vuestra majestad lo ordena así ... - No solamente os lo ordeno sino que os supli- co me hagáis este favor. D. Alvaro se levantó ceremonioso, besó la ma– no de doña Berenguela y aceptó lo que él tanto es– taba suspirando. Sólo unas condiciones quiero poneros, señor 122

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz