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su confesor extraordinario. La visita sorprendió '~l Padre por lo inesperada -lQué le trae por aquí?-preguntó el P. Ho– racio. ..i,-Padre, quisiera saber cuándo terminará de predicar los E,jercicios Espirituales en el santua– rio de Gremolino. -El 17 del mes próximo. -1Entonces no nos veremos más... -lPor qué? lAcaso le trasladan ,de convento? -iSerá lo que Dios quiera... El P. Horacio le encontró muy decaído y pro– curó animarle como pudo. Luego le o.freció un vaso de vino que Fr. Francisco rehusó costés– mente, pero que, ante la insistencia del Padre, no tuvo más remedio que aceptar. -iBueno, lo tomaré por última vez; a.sí 10 hacen fos buenos amigos. El P. Horacio, cambiando de conversación, le dijo: -Pienso salir mañana muy de madrugada, lpo_ drá ayudarme a Misa? -Padre, lo haré con sumo gusto. A las tres de la mañana del día siguiente, am– bos estaban en pie. Fr. Fr,ancisco ayudó a Misa ,y comulgó en ella. El P. I-Ioracio, antes de salir de la sacristía, le preguntó: -lQué hay sobre la conversación de ayer tarde? -Que esta es la última vez que le ayudo a misa y recibo de sus manos la Sagrada Comunión. Desayunaron juntos un poco de café. Ya en la plazuela del convento, Fr. Francisco, puesto 57

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