BCCCAP00000000000000000000918

Fr. Francisco, siempre sumiso a los mandatos de la ... Obedil~ncia, inclinó la cabeza y se retiró. · Mientras el "castigo de Dios"-así llamaba él a la peste-diezmaba la Ciudad, él aireciaba en sus penitencias y en su oración. -La peste no cesará hasta que yo me muera -dijo un día-. Deseo irme con Dios. Rueguen por mí para que se me conceda esta gracia. Di– cho esto se dirigió hacia la imagen de un Crucifijo que estaba en un extremo del claustro, lo abrazó fuertemente y luego se retiró a su celda. Pocos días después se encontró con su confesor, el P. Luis de Spezia, le cogió nerviosamente las manos y, después de besárselas efusivamente, le dijo muy contento: -Padre, me voy a Staglieno. Staglieno es el más famoso cementerio de Genova. lQué sucedió en la celda de Fr. _Francisco des– pués del abrazo al Cruci•fijo? Es éste uno de esos_ graneles. secretos que se guardan para siempre entre Dios y las a1mas santas. Lo que no cabe dudar es que en la soledad de la celda de Fr. Fran– cisco pasó algo tan sencillamente impresionante que cualquier ser humano es incapaz de expresar. Lo que sí podemos asegurar es que en ese íntimo coloquio entre Dios y su siervo se firmó el defi-. nitivo contrato. Fr. Francisco se ofreció como víc_ tima propiciatoria por la Ciudad de Génova, y Dios aceptó su ofrenda. El 28 de agosto, pocos días después de la miste– riosa "-entrevista" entre el Crudfijo y Fr. Francis– co, se presentó éste en la celda del P. Horacio, 56

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz