BCCCAP00000000000000000000918

mara reclamando silencio, y, sin dar importancia a lo que acaba de suceder en la escalinata .misma, del palacio, comenzó con aquellas palabras que . han pasado a la Historia. · -Señores diputados, pasemos al "orden del día". El Papa no tuvo más remedio que aceptar la lista del Gobierno que se le impuso, no sin antes pronunciar ante algunos embajadores extranjeros estas tristes palabras: "Señores, desde este mo– mento, más que un rey, soy un prisionero." En la noche del 24 de noviembre de 1848, Pío IX, disfrazado de simple sacerdote, salió del Quiri– nal, camino del destierro. A las nueve de la ma– ñana del día siguiente llegaba a la ciudad de Gaeta, en el reino de Nápoles. En Roma comenzó a reinar la anarquía. El 5 de enero de 1849 se proclamó la República Roma– na y el 5 de marzo del mismo año entró en la ciudad de los Papas José Mazzini, hasta entonces desterrado en París. El 28 de marzo se formó un triunvirato presidido por el mismo M'azzini. Sólo un año duró la República. El 12 de abril de 1850 el Papa Pío IX, defendido por Austria, España, Francia y Nápoles, entraba de nuevo en Roma. Durante este tiempo en Génova la masonería había aprovechado la inestabilidad política para llevar a cabo sus infames designios. El 1 de mar– zo de 1848 fue asaltado por las turbas el colegio de los Jesuitas y algunos otros conventos. El de los Capuchinos fue respetado gracias al prestigio que tenían entre el pueblo por su comportamiento caritativo en las varias epidemias que habían azo_ tado a· la Ciudad, pero, sobre todo, por la vene- 52

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz