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por todos, buscado por todos, porque todos sabían que era un santo. Mientras tanto en Roma se fomentaba en el pueblo la idea de. que el Papa era partidario de la guerra contra Austria. Fue necesario que el mismo Pontiifice lo desmintiera oficialmente y hasta llegara a mo,vilizar un ejército a fin de mantener su neutralidad. El general Durando, puesto al frente de las tropas, recibió orden de no atravesar por ningún conc,epto las márgenes del Po. Pero el general desobedeció las órdenes del Papa y la masonería creyó ver en ello su mejor jugada. El Papa se vería forzado a declarar que la guerra contra los austriacos era una "guerra santa". Pío IX no se dejó sorprender y el 29· de abril de a,quel año, 1848, publicó en su diario ofi– cial "La Gaceta de Roma", el histórico documento en el que ,condenaba la guerra contra Austria. La masonería vió llegado el momento de ,enfrentarse dir,ectamente con el Pontífice. Siguieron los inevi– tables forcejeos entre los extremistas y los mo– derados. Al frente de los últimos estaba Terencio Mamiani, a quien el Papa encargó formar Gobier– no. En ,este intervalo las fuerzas italianas fueron rechazadas y el general Durando se ,entregó al enemigo con todos sus soldados. El Papa destituyó :a Mamiani y encargó para sucederle al conde Pellegrino Rossi, antiguo carbonaría y hombre de gran talento y energía. El nuevo ministro, en– tre servir, como su antecesor, a la política de las sociedades secretas, o a las directrices del Papa, optó por lo segundo. Su decisión fue la firma de su sentencia de muerte. La fecha, el 15 de no- 50

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