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y, c,on el permiso d·e sus superiores, ln hizo acompañado del anciano Fray Pío. Estuvo en Sestri Ponenti, con sus primeros hermana,s los Paidres Conventuales, en Aguasanta y en San Ni– colás, donde estaba la Virgen de Grada. Era éis1te su s,antuario preferido. Or·ó ante la mila– grosa ima,gen y 1a pidió una vez más ayuda para cumplir fielme.nte con el nuevo o,ficio. De vuel– ta al convento, ~rrí,presi1onaJdo por las grandes emociones de aquel día, pasó la noche en ora– ción, prepa·rando su espíritu, •como buen solda– do ,que está a pun,to de entrar en ba:talla. La haJtalla ,comenzó en el pueblo de Mo~as.sana. Allí vivía 1mia familia muy devota de ]¡os capu– chinos, lo.s marqueses de Sauli y en su easa se hospedaba siempre el anciano limosnero Fr. Pío. Apenas vieron aQ joven Fray Francisco, alto, delgado, de mirada modesta y pocas palabras y de una delicadeza· sobrenatural en todos sus modales, comprendieron que se trataba de un auténtico santo. La misma impresión re.cib1eron los habitantes de aquellos pueblos, ,como se com– probó por las cuantiosas limosnas que se reco– gieron. El miso:no anciano Fr. Pío no acertruba a ex– plicarse aquel cambio tan radical. P.ero el heciho era ,ciento y habla que admi-tirlo. Fray Pío creyó que debí,a dejarle solo. También, como ,el Bau– tista, debía disminui,r para ,que su joiven com– pañer10 cre.ctera. Poco después Fr. Pío se quedó para siempre en el ,convento. Los años habían minado su vida, 33

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