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voluntad sacrílega del Emperador. El "AguHa corsa" había sido abatida para siempre. Era este convento uno de los más amplios de la Orden y ,en él estaban instaladas, aparte de la Comunidad, la Curia prorvincial y la ,enfermería de la Provin– cüt. En este convento pe!'maneció Fr. Francisco por espacio de cuar,enta años, empleado en los más diversos oficios. Doce años estuvo al frente de la cocina, sobresaliendo en tan rudo oficio por s,1.1, espíri:tu de trabajo y de .c.ari'dad, no conten– tándose con hacer la comida, sino, que é1 mismo cortaba la leña, pl'eparaba las verduras, y otros pequeños ,quehaceres inherente.s a la buena mar– cha de la encina. Después fue, destinado a la enfe:t1mería en la que durante tres años se e,jer·– c,Ltó en las más heroicas obras de caridad con sus hermanos enfermos. Fue e,l enfermero ideal. Fiel amigo de todos s1e· in:nponía po,r su viirtud sobre las pequeñas miserias de los religiosos. No era el as,ceita tnflexfüle, era e;J. hombre com– pr•ensivo y piadoso que s·abía disimular las exi– gencias y rarezas propia de la enfermedad. A las cuatro de la mañana ya estaba en pie para pre– parar ,1o necesario a los enfe11mos. Cuando había a:lguno grave no se apal'twba de él ni de noche ni de día, 'Y era voz ,común entre lo.s religiosos que Fr. Francis,co, se pasaba días y noches ente– ras sin a,cos1tars·e. Un ,día Fr. Tomás de .Montegroso, compañero de no<vtciado de Fr. Francisco, se creyó .en el deber de llamarle la atención por aquella vida de a1USteridad. 31

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