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convento de Voltri lugar muy apropiado para la oración. Juan Oroese creyó haber dado por fi,n con el lug.ar soñado. Pero lo que más, le consoló fue el saber que desde aquel día tendría por Superior al P. Ale– jandro, su gran conHdente. Juan no sabía si llorar o contener el llanto. Tres días desrpués re– cibió el há;bito de terciario, el hábito marrón ,tantas veces anhelado. Era un háibito pobre, lle– no de r·emiendos. La cuerda de esparto; el rosa– do de madera, las sandalias tan ·pobres que le hacían recordar ,el rústico ca,lzado que usaba en casa de sus padres cuando era pastor de ovejas. Según costumbre, con la toma de hábito cambió ,también el nombre de Juan por el de Fr. Fran– cisco María. No fue aJ. acaso este nombr,e. El Padre Alejandro fue, sin saber'1o, profeta, pues el joven que acababa de vestir el hábito de ter– üiario capuchino negaría a ser, con el tiempo, uno de los grandes amantes de la Virgen y uno de \los más1 fie'les imitadores del "pobrecillo" de Asfs. E•L CONVENTO DE SAN BERNABE Ei año 1'538 llegaron a este lugar los primeros capu0hinos. Ninguno como él para dedicarse al estudio y a la oración. Cerca del mai,, defendido del viento norte ,por un pequeño altozano, fue elegido para edificar el convento noviciado. Se levantó una iglesia pobre y pequeña y adosada a ella e'1 convento de rlaustros estrechos y cel– da,s pequeñísimas. Tenían ésrtas por todo ajuar, 28

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