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ElL P. ALEJANDRO CANE'.PA El P. Alejandro era un religioso austero, fría en el trato y a quien le veía por primera vez, causa,ba un temor reverencial. Expulsa.ido de su convento por la R,evolución vivió durante algu_ nos años en la ciudad de Río de Jane,iro y de aUí había vueilta cargado de años y de a,chaques. Este religioso fue el que recibió a Fr. Antonio en una de las muchas visitas que éste hacía al convento de San Bemabé desde aquel día inol– vidable en ,que se encontró con el religioso jo– ven ,ante el ru1tar mayor. Desde el primer mo– mento ambos se compenetraron espiritualmente y FI'. Anitonio encon!tró en él al amigo fiel, a1 consej,ero prudente y al padre más carfüoso. -¿Desde cuándo has sentido esa inc~inación? -Padre, desde niño. Siempre me llamaron h ,atención los capuchinos. -ED!ti!en,do. ¿ya has hablado de e,s,to con el Padre Guardián de ,Sestri Ponen.ti? ---\Si, padre. Me dijo que lo pernsase bien. Y 1que si ,era la voluntad de Dios él no se opondría ,a mi ct,eseo. ---,Hatblaré con él de es,te asunto y juntos de- 1cidiremo:s lo que sea más, prudente. La entrevista de ilos dos Superiores tuvo lugar ,a los po 1 cos días. Se h'abió del caso de Fr. An– tonio y ambos convinieron en que era un alma e:x!traordinaria. Para ,que ninguno de los reli– giosos de las respectivas CO\illunidades pudieran ¡presionar la voluntad del joven terciario, se con– vino en la forma de trasladarse de un convento 26

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