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mayores ~omodidades que en la cas,a paterna? lAcaso él no iba buscando una vida de aust.e– ridad? lCómo, pues, seguir ,en un ambiente en el que si bien era, ,stn comparación, más santo que eil del mundo, ,.con todo no era el que soña– ba su corazón? P,or algún 1tLempo el pensaimiento de haber errado en su ,camino le torturó despiadadamente. En cambio l0is religiosos del convento no cesa– ban de admirar las grandes virtudes del joven postulante. A los pocos días se pensó darle el hábito terciado y el encargado de notificárselo fue el bueno de Fr. Juan. -iVes,tir ,el 1hábito! -pensaba e~ joven postu- lan1te~, pero no es el que yo he soñado ... El de ca¡puclhino ... Me gusta. su colo,r marrón... su ca- pucha... las sandalias. La ceremonia de la toma de hábito fue de gran emoción, y el jov,en Croese llegó a pensar que Dios le ·quería por a1quel camino. Y por aquel ca– mino comenzó a andar, con el nombre de Fr. An– tonio. El nuevo nombre le recordaria a uno de los más populares santos franciscanos: San An– tonio de Padua, y ad,emás el de su propia madre. VIDA NUEVA -Fra,y Juan, decían algunos religiosos, nos ha tmído un santo. La a 1 firmadón era exacta, no en vano los me– jores ,catadores de la santidad han vivido .siem– pre en los conventos. El tra.to con las ,almas les enseñ.a a dist1nguir con facUidad las que son 21

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