BCCCAP00000000000000000000918

ta nuestra manera de vivir, te quedas, s:i no, siempre tendrás las puer,tas abiertas pa,ra esco– ger .el .camino que quforas. Las palabra!S concilia,torias de Fr. Juan tuvie– ron su efecto. A los pocos días Juan Oroese aib,an– donó la casa de sus padres para entrar en el conv,ento de los Padres Conrv,entuales de Sestri Ponenti. El tomar una de,tera:ninación como la que to– mó el hijo de los Oroese, es como adentrarse en un ibosque cerrado ,en noche o.scura. Todo se desconoce, todo es misterioso, se ignora lo que puede haber en semeja;nite aventura. Tal vez la ,iJusión de lo desconocido si,rva ipara dar mayor, valor a la de,terminación. Pero si toda aventura tiene su encanto,· también lleva consigo el te– mor del posible fracaso. Juan Croe.se había datlo principio a su aven– tura a lo div1no entrando en el convento de Ses– tri Ponenrti, pero c'.qué sonpresa le esperaba en aquel camino? Sólo Dios 10 sabía, y por lo mis– mo lo primero que Mzo fue ponerse en las ma– nas de Dios. Nadie como EJ podría llevarle hasta el final sano y salvo. EJ que cuida de las arves del -cielo y vis:te a ~os lirios del campo, se preo-– cuparía de darle ,a él lo necesario para conse– guir la santidad a la que aspiraba. El viaje de Carmporroso a Sestri Ponenti lo hi– cieron juntos Fr. Juan y 1el joven Croese. El re– ligioso, de espirttu sencillo y acostumbrado a 1a soledaid del convento, estaba lo:cuaz y o:currente. En cambio el joven aspirante era parco en pa– labras y sólo alguna que otra vez rompía el si- 19

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz