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-Ya ven, como todos los años. Esta es mi é¡po– ca de re,colección..Como la hormiga, también yo tengo mi tiempo para hacer .provisione,s para el invierno. Juan estaba en el cam,po. Mamá An– tonia preparó la comida no sin antes invitar a Fray Juan a que 1es acompañase en el pobre yantar. El fraile aceptó gusrtoso y a cambio de la invitación les regaló unas estampas sencillas. En ninguna ,casa hubiera estado mejor que en la de los Croe.se. Su caridad era ya proverbial y más .cuando s-e trataba de recibil' a los religio– sos que de cuando en cuando pasaban por el pueblo. Momentos antes de comenzar la comida llegó Juan. La impresión que rec1bió al ver al reli– gioso de Sestri Ponenti, fue de agradable sorpr,e– .sa. Se comió aquel día un ,poco rnejor que los demás en atención al limosnero de los francis– canos y Juan preparó detalladamente su entre– vista con el religio,so, el ,cual en el transcurso de la conversación, por esa especie de instinto que tienen las almas buenas, conoció que aquel jo– ven era un alma elegida para el claustro. El mo– mento deseado llegó. Juan. acompañó al religioso hasta 1a salida del pueblo y en el camino ma– nifestó claramente su deseo. Fray Juan le escuc,hó con atención y con en– vidia. Aquella a1ma no era digna de permanecer por más tiempo en el mundo, y le ofreció acti– var su entrada ,en el convento. En su deseo de ganarle comenzó a decir,: -Nuestra vida de hermano es admirable. se re2Ja, se trabaja, se come lo necesario y tenemos, 17

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