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don Stéfano a ,él s,e le antojó una verdader·a re– pulsa. lEstaría convencido el andana sacerdote de que lo que él creía vocación no era más que uno de tantos caprkhos de la juventud? Pasaron algunos días. E1l Joven cada vez se sentía más solo y desamparado. La soledad del campo aumen,ta,ba su propia soledad. Com.o un autómata hacía Jas faenas del campo, regresaba a casa al a,tardecer, y, sin dedr 1'.)alabra, se ;r,e– tiraba a dormir. Sus padres contemplaban con lásttma a;quena forma de ser de su hijo, pero todo lo achacaban a su temperamento retraído y serio. Juan no. •podía seguir viviendo de aquella ma– nera, se 10 decía su conciencia y •hasta su sa,IU>d corporal que comenzaba a r.esentirse. Era nece– sario salir de l:l.quel atolladero. En estas dudas ,se le ocurrió hablar con Teresa cassini, una anciana muy considerada en el pue– blo de Camporroso por su gran virtud y no me– nos .agudeza de ingenio., La respuesita de la anciarn:a fue tajante y rá– pida. -lA qué ·vienen es-as dudas? -,Je dijo-. La voluntad de Dios es que ingreses cuanto antes en un conv,ento. El Señor te ,quiere para reli– gioso. Tw,esa cünocia muy bien 8il joven. Le había visto :rnuc•has veces en la igles-ia, recogido, coma tin santo... Conocía también a sus pa,dres y no dudó en dar e:I. consejo. El encuentro con T,eresa cassini iluminó el al- 1'5

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