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dejar a 1 quella dura vida del campo llena de pri– vaciones y vacía de esperanzas? Génova estaba cerca. La vida en la ciudad era más atrayente para la juventud que la vida del campo. El hijo de los ero.ese podía muy bien estar. pensando en cualquiera de estas cosas... · Terminó el rezo del santo Rosario. Las mu– jerns salieron de la ig1es,ia envueltas en sus am– plios :mantones d,e lana. En la ,semioscuridad Juan permaneció completamente abstraído en sus pensamientos. FUe entonces cuando don Stéfaino se acelicó a él y le preguntó: -lQué haces aquí? -Quisiera hablar con usted, dijo Juan un poco azarado. -Ho,y es demasiado tarde... lTe da lo mismo mañana? -Bueno, Padre... Mañana hablaremos... Al llegar a .casa Juan tenfa en el rostro las señales de la lucha interior. Su madr,e al punto se dio ,cuen,ta de ello, con ·esa intu:Lción que tie– nen las madres para ,conocer ,el interior de sus hijos. -lQué •te ha sucedido? -Nada, madre. Me ,he encontrado con don Stéfano... -Eso no es causa .para que estés .preocupado. lTe ha di.cho algo? -Nada. -Es raro. Don Stéfano suele ,preguntar siem- pre por nosotros... -Esta vez no; pero la culpa ha sido mía... Solamente mía... 10

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