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·eG>íLQ~UIO ¡Oh Jesús:!,. muchas yeces o(hablar de. s.antid¡icl Y. .otras tan:tlas mi aln1:a .se acobardó y t.~111bló ante e~ta palabra. Mi .debilidad. y nií . póca generosidad me hicieren siempre crefr que. el ser sa11to no .era grada reservada a 1un a.lma tan. r1fin cqmo Ia .mía .. '. Pero .hoy v.eo cuán alejado .he. estadó de .la ver– dad, pues .he pretendido buscar la san– tidad en donde no podía hallarla. Bus– q,ué el agua en cisternas secas que no pueden apágar 1a sed, y no. me di cuen– ta que Tú eres 1 oh Jesús, la fuente in– exhausta de santidad. Oigo que me dices,. como a la sama– ritana: "El que bebi~re del agua que yo le daré, no .volverá a tener sed; pues el agua mía salta hasta la vida. eterna". El agua :que pfo111eti~te a ·1a samaritana ~on tanta generosidad es la misma que hoy me ofreces a mí: es tu divina. gra- - 128

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