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COLOQUIO ¡Cuán cíettb es, Señor, que sólo en tu Corazón se puede encontrar el ver– dadero amor! jQué locohe sido hasta ahora buscando la J'.)aZ e~ fas criatü– ras, que, por ser criaturas, són tornadi~ zas y ~olublesl . Tú. e;res, i.Oh Señor!, . el íinico que ri.o. cambia, y por eso en Ti está el ver– dadero descanso: i ,',, \ , ' , , ¿ Qué descanso pueden d¡:irme fas cria– turas, si las más .de las veces llevan en sí, como una herencia .desdichada, la más terrible intranquilidasl? ¡ Córp.o pueden darmé paz si Tú 111ísmo lo l1as dicho que el .mundo ;no puede dar la paz ver– dadera? ¡ Y yo, .infeliz, cuántas veces he co– rrido ilusionado, fascinado, como loca maripdsa, .detrás de esa lucecita que tie– nen en sí las criaturas!... · Hoy, iluminado con la luz que bro~ - I02 -

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