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SANTA FILOMENA 93 cristianos que la sacasen del río. Lleváronla a casa y con ella departieron las lágrimas y los goces. ¿ Cuán– tos días duró esta felicidad? Muy pocos. Diocleciano, enterado de lo sucedido, lleno de rabia, mandó que · se trajese de nuevo a Filomena a su presencia, esta vez no para hablarla con palabras dulces, ni siquiera para tratar de convencerla de matrimonio ; fué para en– saña.rse con ella, como se ensaña la fiera con la víctima que entre sus garras aún conserva un hilo de vida. -Ya que con tus artes de magia has .logrado es– ·capat de mis manos-dijo el Emperador-espero que ahora no lo consigas. Tengo dadas órdenes para que dentro de unas horas ,seas decapitada. -Señor, nada mejor me puedes anunciar. De este modo este mismo día .podré ver cara a cara a mi ce– lestial Esposo. -¿ Aún sigues en tu locura estando a las puertas de la muerte? -Para los que mueren en Cristo la muerte no es muerte, sino vida eterna. -Ea, soldados-terminó Díocleciano-, acabad con ella. Aquella misma noche en las catacumbas. de Prís– cila se oyeron llantos entremezclados con cánticos de triunfo. Los padres de Filomena la lloraron inconso-

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