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G2 ESTRELLAS EN EL CIELO Después <le ser bárbaramente maniatada y vejada, Filomena fué encerrada en un oscuro calabozo. Cuánto· sufrió la intrépida joven en aquel lugar, nadie podrá decirlo. No sólo materialmente fué sometida a las más duras privaciones, sino también moralmente, pues se la puso con la gente más soez y brutal que pudieron encontrar. Filomena sufrió con heróica resignación aquella prueba. No se sabe el tiempo que pasó la santa virgen en este infame lugar, pero es cierto que Dios, que vela siempre por el alma de sus esposas, decidió, por un mi– lagro, sacarla de aquella horrible prisión. Todos los días en la cárcel aparecían resplandores extraños que las reclusas y los carceleros atribuían a malas mañas de Filomena. Diocleciano, enterado de estas extrañas manifestaciones, mandó que se la castigara con la úl– tima pena. En las aguas del Tíber un día apareció flotando el cuerpo de una joven hermosa llevando sujeta al cue., Uo una áncora enorme. Diocleciano creyó con este me– dio hacer desaparecer de su vista y de su menioria a la que había sido su vencedora. Así lo creyó el orgulloso Emperador, pero Dios, que premia de manera especial la virtud de la virginidad, no permitió que su esposa desapareciese entre las aguas. La joven cristiana, a pesar de la enorme áncora, flotó sobre el agua. Los padres de Filomena, que seguían de cerca todos los incidentes del prolongado martirio, pidieron a algunos

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