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68 ESTRELLAS EN EL CIELO El efecto que produce una piedra arrojada en medio de una bandada de pájaros puede dar una idea de lo que sucedió entre aquellas mujeres cuando oyeron las pa– labras de Justa. -¡ Son cristianas! ¡ Son cristianas !-repitieron mil gargantas. Fué la voz de alarma. En un momento el mostrador fué asaltado y todo cuanto había en él fué destruído. ~¡ Que mueran las profanadoras ! -¡ Que mueran las cristianas traidoras a la religión de nuestros padres! El griterío iba aumentando y fué necesario que los soldados tomasen cartas en el asunto. ~¡ Paso a la justicia! Las dos hermanas fueron detenidas y llevadas a la presencia del gobernador. Era, a la sazón, prefecto de la ciudad Diogeniano, hombre duro y vicioso. Al ver ante sí a aquellas dos jó– venes de tan rara hermosura creyó llegada la hora de saciar sus bajos instintos sin gran dificultad y sin nin– gún compromiso. -¿ Sois vosotras las que no habéis querido adorar la imagen de la diosa Venus? -Sí-contestaron a coro las dos hermanas. -¿ Es verdad que pertenecéis a la religión de los cristianos? -Sí-volvil'ron a decir.

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