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66 ESTRELI.AS EN EL CIELO todo comerciante, y nunca se les ocurrió pensar que iban a ser testigos de la siguiente escena : Por una de las calles que daban a la plaza principal avanzaba una procesión de tan extraña catadura, que fas dos hermanas no acertaron a explicar. Venían en primer término unas elegantes matronas, adornadas con joyas y sedas deslumbrantes; detrás seguían grupos de esclavas con enormes abanicos. En grupo aparte encopetados señores con espada al cinto y casco deslumbrante, y siguiéndoles muy de cerca una mu1ti– tud de esclavos, medio desnudos, arrastrando carros de labor, y en ültimo término, grupos de jóvenes licen– ciosamente vestidas, llevando en las manos unas, ramos de flores; otras, .pequeños pebeteros repletos de per– fumes ... Eran las diez de la mañana ... La inmensa multi– tud se acercó a la tienda de las dos hermanas. -¿ Qué queréis ?-preguntó Justa al primer grupo. -Qué vamos a querer... Que cerréis inmediatamen- te la..tienda, de lo contrario daremos cuenta inmediata– mente de vosotras y de vuestros cacharros ... -No sé por qué razón habéis de hacer eso. -¿ Acaso no sabes que hoy se celebra la fiesta de la trágica muerte del bello Adonis, el amante de la dio– sa Venus? -De veras que no sabía nada; pero yo creo que la cosa .no es para tanto, y menos para atronar los aires con esos gritos descompasados y esos llantos esten– tóreos. Ante el mostrador de las HCacharrerasn llegaron err

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