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~:STRELLAS EN EL CIELO Y en el aire, cargado de perfumes, quedaban flotan– x:lo las voces de las jóvenes artesanas, lo mismo que que-; dan las pintadas mariposas sobre las flores de un ·:ja~dín ... En el mostrador, desgastado por el trabajo y por el tiempo, estaba el padre de las alfareras, con los ojos ,cansados y las manos encallecidas. Justa y Rufina .aprendieron muy pronto el oficio. Mientras su padre labraba las vasijas, ellas las anunciaban a los cuatro vientos, y de este modo, entre los tres, iban sacando ·para defenderse en la vida. ¡ Triste sino de los humiI– ·des artesanos, que tienen que trabajar tan rudamente ·•,para poder llevar un pedazo de pan a la boca l. .. Las dos jóvenes eran hermosas, con esa hermosura 1 :natural de las hijas de Andalucía. Justa era de tez mo– Tena, ojos negros, cuerpo gracioso y gentil. Rufina era morena también, de ojos más negros y soñadores que los de su hermana, y dotada de un gracejo especial. Cuaiido ellas salían a la calle era una verdadera ex– ,pectación. U nos, para oírlas pregonar ; otros, para ad– mirar su rara hermosura, y los menos para admirar su extraña modestia. Las «cacharreras»-así las llama– ban con cariño-se llevaban de calle a toda la gente de ·,Híspalis, y no había negocio más floreciente que el del .alfarero, gracias a las cualidades extraordinarias de sus ,,dos hijas. -¡ Olé, las vendedoras !-dijo un día en plena pla.
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