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SANTA CASILDA 57. volvieron a Toledo, ella se encaminó al pozo de San Vicente. En el camino se encontró con un temible dragón, que·· venía hacia ella envuelto en nubes de polvo. Tenía los, ojos como dos ascuas, la lengua como una flecha, el cuerpo como de serpiente. Casilda, con una valentía impropia de sus pocos años, hizo la señal de la Cruz 1 . que los cristianos la habían enseñado en su amada ciu-• dad de Toledo, y vió al dragón desaparecer. Llegada la noche observó con gran sorpresa que una estrella, resplandeciente iba delante de ella y que se detenía: ante un pozo. Comprendió que había llegado la hora de su curación. Con gran fe, invocando al Dios de los cristianos, se metió en el pozo, y cuando salió de él' notó que su enfermedad había desaparecido. Llena de gozo buscó al sacerdote encargado de la iglesia del pueblo de Bureba y le contó detalladamente su vida. ~Soy hija-le dijo-del rey de Toledo, y allá, en tan bella ciudad, conocí a unos hombres que profesa••· ban la religión de Cristo. Cierto día, con gran asom– bro mío y de mi padre, los mendrugos de pan que lle– vaba para socorrer a aquellos infelices se trocaron en frescas y perfumadas rosas en el halda de mi vestido. Aquel milagro fué el que me decidió a instruirme en la religión de aquellos hombres. Todas las tardes, bur– lando la presencia de mi padre, iba a charlar con ellos y ellos me instruyeron en todos los misterios de la reli-• gíón cristia¡i.a. Por aquel entonces caí yo con una grave enforme– dad. Mi padre creyó que se trataba de algún amor se-
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