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SANTA CASIIJ)A 55 la definitiva libertad.. De la vega toledana veía subir los carros llenos de verduras y los asnos cargados de vasijas. Un día, cuando el silencio de la mañana comen– zaba a romperse con el ajetreo de· palacio, Casilda se decidió a proponer a su padre su proyectado viaje a los reinos de Castilla. -¿Se puede? -Adelante-respondió Dsi"l-Nun con voz fuerte-. ¿ Qué deseas, hija mía? -Vengo a pedirte, padre mío, una gracia muy grande. -Nada hay que te pueda negar, hija mía. -He sabido-dijo Casilda-que en tierras de Cas- tilla hay unas aguas maravillosas que curan toda clase de enfermedades... --En Castilla no hay nada bueno ... -fué la brusca contestacíón de Dsi-1-Nun. -Quien me lo ha dicho no creo que haya méntido. -Alguno de esos cristianos que están encerrados en los calabozos... ¡ Como si lo viera !.. . · -Sí; uno de esos hombres me lo ha dicho ... No creo que me haya engañado ... Tiene cara de bondad ... -Tódos esos hombres tienen cara ele buenos, pero después ... sop perros cristianos ... -¿ No me has dicho que nada me negarías de lo

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