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60 ESTRELLAS EN EL CIBLO -Nada, padre mío-contestó Casilda-, mi mal no se cura con medicinas. -¿ Sufre tu corazón por estar enamorado? -El amor que tú piensas nunca ha entrado en mi pecho. -Dime qué es lo que quieres y te lo daré. -¿ Lo dices de verdad? -Todas las joyas que tengo son tuyas ... i Hasta el famoso .ceñidor que traje de Córdoba!. .. Era el ceñidor una alhaja extraordinaria. Estaba cuajado de diama.rttes y aljófares, sembrado de lente– juelas y entrelazado con esmeraldas y rubíes. -Mira, hija: este cefí.idor tiene gran valor mate– rial, pero mucho más aún es su valor sentimental. Tiene toda una historia de recuerdos. El oprimió sua– vemente las caderas de Zobeida, la favorita de Hal– ún-Al-Raxid, la sultana de Las mil y una. noches, la que enloqueció a la corte de Bagdad con sus lujos y caprichos ... El. fué el que ciñó el talle de las orgullo– sas princesas de Medina-As-Zahara; el que lucieron todas mis más hermosas odaliscas.. El fué, en fin, el que tu madre llevó el día de nuestra boda. ¡ Ya ves, qué alhaja te regalaré si me dices la causa de tu mal l... Casilda miró a su padre y comenzó a llorar. No podía decir su secreto. En los sótanos del Alcázar ge– mían u.nos hombres prisioneros por sólo el delito de ser cristianos. Casilda había visto de cerca a aquellos

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