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36 ESTRELLAS EN EL CIELO -¿ De qué estabais hablando ? Os encuentro muy entretenidas y hasta me atrevo a pensar que tenéis deseos de hacerme alguna pregunta. -En efecto-dijo Eulalia-. Estábamos recordan– do la escena del Evangelio en la que el Señor habla de las flores del campo y de las avecillas del cielo. ¿ No tendrías inconveniente en relatarnos ese hermoso pa– saje? -Hernioso es en verdad-dijo el padre de Eula– lia-y siempre que lo leo me enternece. -Lo iba yo a contar, pero al verte venir he espe– raáo, pues sin duda tú lo harás mejor. Los tres se sentaron en unos bancos de piedra a la sombra de un hermoso sauce y el padre de Eulalia comenzó así : -La escena del Santo Evangelio que queréis os cuente no puede ser ni más viva, ni mejor pi.titada. Habla allí el Señor de la fe que deben tener los após– toles en la Provi.dencia divina y les dice: «Y del ves– tido y del alimento, ¿ por qué os habéis de preocupar? Mirad a las avecillas del cielo; no siembran, ni tienen graneros y vuestro Padre celestial las alimenta. Y del vestido, ¿ por qué habéis de estar preocupados? Mirad los iirios del campo : no hilan, ni tienen telares y vues– tro Padr.e celestial los viste tan ricamente que ni Sa– lomón, en medio de sus riquezas, se vistió como uno de ellos» ...

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