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ESTRELLAS EN EL CIELO aprender la doctrina. Está, además, ,don Alfredo Pa– liani, que viene todos los domingos de Cisterna ; tam– bién él .me la enseñará... El día deseado llegó. Brillaba el sol con destellos de primavera. Desde el amanecer Marietta estaba como obsesionada con la idea de recibir a Jesús. La idea de disgustar a Jesús la horrorizaba. A su hermano Angel, que iba a comulgar con ella, al verle incurrir e.rt una pe– queña desobediencia, le reprendió dulcemente : -¡ Cómo.,! ¿ Haces que se disguste madre, aun aho– ra que estás para reci.bir a Jesús? Piensa a quién vas a recibir; tienes que ser más bueno. Ante esta forma de obrar, ya no extraña el sacrifi– cio de Marietta. Pocas fueron las comuniones que reci– bió en su vida. Pero, según las palabras del. Papa, ei deseo de recibir a Jesús era continuo. El día antes de ser atravesada por el hierro criminal, dijo .e~tas pala– bras : «¡ Cuánto tarda en llegar el día de mañana para recibir la santa Comunión!. .. » «Y el mañana llegó-dice el Papa, y también la san– ta Comunió1i ! ... ¡ Qué Comunión y qué niañana ! En la tarde de aquel mismo día en que había pronunciado estas palabras, derramaba su sangre por mantenerse fiel al Esposo de las vírgenes.. :» Marietta era una santa; lo dice no sólo su heróica resistencia ante el asesino, sino también perdonándole en vida y convirtiéndole después de muerta.

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