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224 liSTRELL,S Ei"l EL CIELO Muerto su padre, dióse pronto cuenta de la sole– dad en que quedaba su madre, y se esmeró por ayu– darla, sobre todo en los quehaceres de la casa. Ma– rietta tenía un espíritu fuerte,. a pesar de sus pocos .años. Es el mismo asesino el que, una vez arrepentido, ha declarado en el proceso de beatificación de su vfe– tin1a. HLa he conocido siempre buena, obediente, devota, seria, no ligera y voluble, como las otras niñas; por la carretera andaba siempre modesta y diligente en cum– plir los ~ncargos recibidos. Era siempre pronta, y ale– gre eri obedecer. Se contentaba con cualquier vestido que le hiciese su madre o que le regalase alguna vecina. Siguiendo el ejemplo de sus padres, observaba devota– m·ente la ley de Dios, y no puedo decir que la haya sorprendido jamás en falta alguna. No he advertido jamás que dijese una mentira... )>Siguiendo los ejemplos de su madre, era modes– ta; llevaba los vestidos largos, y ni siquiera en los mo– mentos de calor del verano, se permitía la menor liber– tad. Recuerdo en particular que huía de la compañía de ciertas muchachas de una familia que vivía cerca de nuestra casa, porque eran un poco deseiwueltas. Al ir a coger agua a la fuente vecina, recuerdo que pro– euraba hacerlo de prisa, para no hablar con las que solían tener conversaciones un poco libres, tanto que nosotros nos maravillábamos de lo ligera que había andado en volver a casa ... »Hasta en el trato con sus hermanitos siempre la observé modestísima... Con frecuencia, aún en casa,

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