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M ARIETTA (Marujita), como la llamaban cariñosa– mente en casa, nunca pudo pensar que, a sus once años, podría levantar tempestades en el corazón de 11ingún hombre y menos en aquella soledad de Ferrieri di Conca. Trabajaban los Goretti conjuntamente con otra familia humilde como ellos :_ los SereneHi, cuyo único hijo, llamado Alejandro, era de temperamento ardiente y reconcentrado, lo que, unido a su afán por la lectura :ligera, y a veces obscena, ahuyentó de su alma el miedo al vicio. Tan perniciosas lecturas levantaron en él la terri– ble pasión que le arrastró al crimen. Cada vez que se encontraba con la angelical niña su bajo instinto se encabritaba, y hasta tuvo el atrevimiento de habl en varias ocasiones a su futura víctima del amor nal que le abtasaba. Un día esperó a Mariet "',.!/' pl:lerta de casa y le diJo con todo el descaro <z ventud y de su pasíón : : -••-Te quiero ton locura, Marietta. 1.1 -'""No digas esas cosas-repuso ella,

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