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20 ESTRELLAS EN EL Cll(J.() -Soy de condición libre-dijo Agueda-y de no– ble nacimiento; de ello da testimonio todo mi linaje. -Si eres .noble y de ilustre familia, ¿ por qué te entregas a la ,'Vida de los esclavos? -El ser sierva de Cristo no es ninguna deshonra. -Si en realidad fueses noble, te desdeñarías de hablar ide esa manera. -La verdadera nobleza es ser esclava de Cristo ... El diálogo tomaba una rapidez inesperada y el go– bernador, antes de confesar su impotencia por el cami– no de los razonamientos, optó por seguir el de los ha– lagos. Había en la ciudad una mujer llamada Afrodisía, cuya casa era un infame lupanar. Quintiano ila cono– .cía muy bien y mediante ella creyó poder realizar su deseo. Al atardecer de cierto día, la joven cristiana fué llevada a casa de Afrodisía. Lujos tentadores, perfu– mes delicados, músicas regaladas, compañeras corrom• pídas... Todo estc1ba preparado por orden, del goberna– dor para vencer la constancia de la joven crist~.-1na. Pero todo se estrelló ante la virtud de Agueda, que salió triunfante de aquella terrible prueba. Afrodisia, ante la, imposibilidad de vencer aquella virtud tan sólida, mandó a Agueda a la presencia del gobernador con esta sencilla carta. «Es imposible re– ducir el corazón de esta, joven, pues me he enterado de que es cristiana.))

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