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ESTRELLAS RN EL CIELO Annecy. Los dos llevaban su respectivo séquito. ¡ Ha– bla llegado la hora de Dios ! El santo .obispo tomó aparte a la baronesa y la pidió le coptase toda su vida. Juana lo hizo con tanta claridad y sencillez que el prelado quedó encantado de aquella gran alma. Sin decirle nada en concreto se despidió de ella. Al día si– guiente, muy de mañana, Francisco de Sales fué en busca de su dirigida. ,-Sentémonos-,-la dijo-, estoy fatigado. Toda la noche he estado pensando en sti asunto. No he podido dormir. La voluntad de Dios está clara : quiere que me encargue de la dfrección de su alma. No la extrañe que haya tardado tanto en decidirme a ello. -¿ Y .las promesas hechas a mi antiguo director? "-No las tome en cuenta, pues sólo .han servido para arrebatarle la paz de su alma. Juana lloró de alegría y a las pocas horas estaba haciendo confesión general con su nuevo director el dulce Franci,;co de Sales. -Hija mía, ¿ sabes lo que he pensado? --Padre, usted m:e dirá. -Qtie entres en un convento de Santa Clara ... -Dispuesta estoy, padre mío. -Mejor dicho, no; eres demasiado débil para una vida tan rigurosa; serás hermana del hospital de Beaune ... -Como os guste, padre ...

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