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A LTA, hermosa, .social... Así era la hija del señor Frémiot, presidente del Parlamento de Dijón ... No es extraño que con estas cualidades los jóvenes más distinguidos pusieran en ella sus ojos... Muchos fueron los que trataron de ganar el corazón de la dis– tinguida joven, pero, a pesar de su corazón ardiente, Juana Francisca tardó en enamorarse. Cierto día se fijaron sus ojos en el barón .de Chan– tal, joven apuesto, educado y rico ... La joven esposa llegó a amar a su marido de tal manera, que una au– sencia, por pequeña que fuese, producía en su áaimo extrañas reacciones. -Desde que no veo al señor Chantal~dijo en cier– ta ocasión confidencialmente-empiezo a sentir en mi corazón grandes atractivos de pertenecer a Dios, pero todos estos pensamie11tos y oraciones no puedo menos de concentrarlos en una sola persona y en una lsola conversación : en el retorno del sefior Chantal. -Qué exagerada eres-le decían con frecuencia
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