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188 ESTRELLAS BN BL CIELO -Pues por las malas o por las buenas yo estoy de– cidido a que termine cuanto antes esta humillación. Y así sucedió como el hijo lo había dicho. Apoyado por la mayor parte de la nobleza, descontenta del rey por su carácter duro y justiciero, el joven príncipe declaró .la guerra a su padre..Pueblos y castillos; ciu– dades y aldeas, por tod9s pasó el azote de la guerra sembrando la destrucción y la muerte. . Isabel, entre tanto, llorapa ·inconsolable; las limos– na~ y las pen1tencias se multiplicaqan ; pero, a pesar de ello, la .lucha entre padre e hijo cada vez fué to-– mando. n.iás gravedad. Un día, cuando las. huestes de anibos bandos .estaban a punto de entrar en batalla, apareció la reina en medio del. campo montada en un caballo blanco y empuñando una enorme cruz. Tan insólito rasgo conmovió a todos; se <lió orden. de cesar el fuego y padre e hijo se abrazaron y Portugal se libró de un día de luto. Pasó algún tiempo. El libertino monarca no tardó en volver a su vida de disipación. El palacio se co– menzó a llenar de hijos bastardos a los que la sufrida reina atendía en todo, de tal manera que tuvo que sufrir muchos desprecios de sus hijos propios. No llegó aquí sólo la injusticia del rey para con su santa esposa. LÓ que más le hizo sufrir fueron los celos injustificados de su marido. Fué causa de ellos un envidioso cortesano que, por halagar al rey y por vengarse de un paje que la reina tenía a su servi– cio, y a quien encomendaba el reparto de las limosnas y de otras obras de caridad, dijo que la reina andaba

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