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SANTA ROSA DE LIMA 187 -La. oración dominical empieza .con esa palabra : Padre. ¿ Y tú qué sientes cuando la pronuncias? -Siento que mi alma se derrite de consuelo y se sumerge en un mar de gozo al pronunciar esa dulce palabra i Padre. -Y durante. ese tiempo de contemplación, ¿ qué haces? -Casi no lo sé. Es tanta la dulzura. que experimento que me creo que nada exíste fuera de mí y que todo cuanto existe está dentro de mí. -'-Está bien. ¿ Has leído algún libro de Teología mística? -Ni los he leído ni los conozco... Con mirar a mi interior quedo completamente satisfecha y Dios suple lo que me falta. Es El el que vive en iní. .. -Bueno, Rosa ; procura no alborotar tanto con tus rarezas a la gente y déjate de dar valor a esas imagina– ciones, hijas de la debiíidad y del continuo encierro a que te has sometido. Los teólogos salieron y Rosa les siguió medio asus– tada sin acertar a saber el porqué de tan extraña visita. Cuando desapareció el último examinador del jar– dín, el amigo quetzal, que había estado callado sobre una ral'na de palmera, comenzó a cantar fuertemente. Rosa. al oírlo, quedó sumida en un profundo éxtasis. Se estaba poniendo el sol. El día 30 dé agosto del año 1617. en la choza del jardín de Rosa reinó un silencio de muerte. Ni los cí-

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