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186 ESTRELLAS EN EL CIELO desfallecer. Rosa, al ver a su amigo tan obsequioso con ella ten.1plaba el arpa o la vihuela y acompañaba al quetzal, produciéndose entre los dos el más original de los conciertos. Los extraños carismas con los que el Cielo favoreció a Rosa no tardaron en llegar a oídos de algunos sacer– dotes poco versados en las vías del espíritu. Acusaron a la inocente joven a un tribunal eclesiástico y éste mandó a algunos de sus jueces para que probasen el espíritu de aquella joven de quien .tantas cosas raras se decían. Estaba Rosa entretenida, como de costumbre, con sus flores y sus pájaros, cuando por la puerta del jardín vió entrar a un grupo de sacerdotes que venían a exa– minar, con riguroso porte, a aquella joven sin conoci– mientos teológicos. Rosa les recibió sonriente al ver que eran ministros del Señor y les condujo a su pobre choza. Sobre unos troncos de árboles se sentaron y co– menzó el interrogatorio. -¿ Es verdad que de cuando en cuando recibes del Cielo gracias extraordinarias ?-preguntó uno de íos examinadores. -No sé si será extraordinario o no el hablar íntima– mente, con nuestro Señor. -¿ Y desde qué edad tienes ese espíritu de oración? -No recuerdo exactamente; sólo sé que desde muy pequeña ya me gustó el tratar a Dios como a Padre.
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