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SANTA MARGARITA DE ALEJANDRÍA 173 el odio que mi padre me profesa. Era yo muy nma cuando perdí a, mi madre para siempre, Me crió una niujer cristiana, la cual no sólo me <lió la leche de sus pechos, sino la fe de su religión. -¿ De modo que perteneces a esa odiosa secta ? -No hables así de la única religión verdadera. Olibrio quedó unos momentos pensativo y después añadió: -Está bien, hermosa joven. Pues yo, además de general, como puedes notar por mi séquito, soy go~ bernador de la provincia de Pisidia y así, usando de mi autoridad, te obligo a que vengas conmigo hasta tu ciudad natal. No temas por tus ganados, este sol– .dado se quedará al cuidado de ellos y los conducirá sin novedad a casa de tu padre. Y ahora monta en la gru– pa de mi caballo y vayamos a Antloquía que allí te he de .decir lo que tienes que hacer. Margarita come_nzó a llorar amargamente, y Oli– brio trató de consolarla con palabras llenas de dulzura. -No llores-la dijo-, que muy pronto me darás las gracias por haberte librado de esta humillante es– clavitud a que has estado sometida. Al caer la tarde llegaron a Antioquía, y Olibrio mandó preparar en su mismo palacio una habitación para.Margarita, que pasó toda la noche en oración pi– diendo a Dios la ayudase en la prueba terrible que se
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