BCCCAP00000000000000000000915

S I el cariño de la propia madre no es fácil suplirlo, en el caso de Margarita fué una bendici6n el cariño ajeno. A los pocos meses quedó sin la madre natural y su padre, que la amaba con locura, por ser el último y mejor recuerdo de la esposa muerta, confió la educación de la niña a una nodriza que, sin él saberlo, pertenecía a la religión cristiana. Edesio, que así se llamaba el padre de Margarita, se co.Iisideró feliz con tal hallazgo, pues aunque pa– gano no dejaba de admirar las virtudes que brilla– ban en aquella mujer. Margarita, de natural vivo y despejado, fué cre– ciendo en años y en bondad, por lo que la virtuosa nodriza coricibió grandes proyectos sobre la .futura vida de su ahijada. Un día entre las dos se entabló el siguiente diá– logo: -Margarita, no sé si sabrás que la religión que has aprendido en mi regazo no es la que practica tu padre... -Lo sé y estoy suficientemente enterada de cómo he venido a tu casa.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz