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164 ESTRELLAS EN RL CIELO santa pobreza no nos abandona ni en este día tan se– ñalado. Francisco se levantó, trazó una cruz sobre las po– bres viandas y en cada uno de los panecillos apareció impresa, con trazos refulgentes, la señal de la cruz. Después de la comida siguió una plática de Francisco que trató sobre el pan sobrenatural de la Eucaristía. Cuando Francisco se despidió, Clara y sus religiosas lloraban. inconsolables : Ya no le volverían a ver sino por la celosía del comulgatorio cuando le llevasen, ca◄ mino del «cerro del infierno)) para darle sepultura. -Madre, madre-entraron gritando las religiosas en la celda de la madre Clara. -¿ Qué. sucede? -Ruidos de armas y caminar de soldados... Pare- cen sarra~enos. ¡ Se dirigen hacia aquí 1 -No temáis, hijas. Dios está con nosotras. Traed la Santa Custodia en donde está expuesto el Señor de los Ejércitos. Clara recibió la Sagrada Custodia y pidió ser lle– vada hasta las tapias de la huerta por donde los sol– dados trepaban. Ante el grito de Clara: «Señor, no permitas que estas tus esposas caigan en manos de las bestias)), los sarracenos huyeron despavoridos y en el aire se oyó una voz que decía: «Yo os guardaré siempre)). Por la campiña de Asís siguieron trotando los caballos y resonando los clarines; y los soldados huyeron porque
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