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PRÓLOGO 11 con p,uñal en mano, como en el caso de nuestros días de María Goretti; pero ne> cabe duda de que el enemi– go existe y que, por ser más solapr:ido, no es menos pe– ligroso y audaz. El libro pornográfico, el "cine" in– moral, la amistad peligrosa, son otros tantos enem,i– gos que están al acecho, dispuestos a arrebatarte el li– rio inmaculado de tu pureza. Atención, pues, amada joven. Dios te exige que guardes esta hermosa virtud; no importa la forma en que tus enemigos quieran arrancártela. El puñal del .asesino y los dientes de las fieras tal vez sean más fáciles de ·vencer que esos otros enemigos que, por ser más ocultos, se insinúan más y hasta es más fácil pac– tar con ellos. Si lees detenidamente estas "vidas", verás que la lucha principal de sus protagonistas fué para defender S'U pureza. Miichos de los verdugos no hiibÍé'l'an sido .tales si las qúe fueron sus víctimas no hubieran defen– dido a toda costa su virginidad. La mayor parte de los martirios fue-ron en defensa de esta virtud, y muy pocos en defensa de la fe. l!,xactamente lo mismo que hoy. Por eso las "7.,•idas" de estas "estrellas" tienen s11, ac– l ualidad. Léelas con cariño y con verdadero deseo de imitarlas y verás cómo, al final del libro, te sentirás más val,iente y más paree-ida a estas "estrellas del cie– lo'\ que prefirie·ron m01'ir anf;es que mancillm su pu– ·reza y su íe.

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