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100 ESTRELLAS EN EL CIELO perdía ninguna, y era indecible lo que gozaba con se~ mejantes torneos científicos. U na noche, en que más fatigada estaba del estu– dio, tuvo un sueño. Le pareció ver a una señora de extraordinaria hermosura con un niño bellísimo en los brazos. Catalina quedó sorprendida con aquella apari– ción, y su sorpresa subió de punto cuando vió que la señora hacía ademán de entregarle el niño para que le acariciase; pero el niño, lejos de acceder, huía. «¿, No quieres que esta joven te acaricie? ¿ No ves qué her– mosa es ?n Y el niño contestó: «A mis ojos. no es hermosa aunque lo sea a los ojos del mundo.» Catalina despertó del sueño y durante varios días, estuvo ·tratando de qdivinar su significado. U na cir– cunstancia inesperada vino a declarárselo. Tenía Catalina una amiga cristiana, la- cual le ex– plicó que, sólo .haciéndose cristiana, podía gozar de las_ caricias de aquel niño que había visto en sueños. Catalina lo comprendió así y, ,desde aquel día, se es– forzó en conocer la religión de su amiga. Dada su preclara inteligencia no tardó en imponerse en las verdades de la nueva religión y aun aventajar a sus mismos_ profesores. Recibido el bautismo, Catalina volvió a tener el mismo sueño, pero esta vez el niño se le apareció sonriente y festivo y con un anillo en la mano. -Ahora sí que puedo descansar en tus brazos-dijo el niño-, pues eres hermosa a mis ojos. ¿ Qué quieres de mí? -Amaros con toda mi alma-contestó Catalina.
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