BCCCAP00000000000000000000915
P . OR fas calles de Alejandría, y en dirección de una de sus más famosas escuelas, caminaba, con pa-· so presuroso, la joven Catalina. Sus padres, orgullo– sos del talento extraordinario de su hija, pensaban ya en una colocación ventajosa. · ¡ Bien ajena estaba la joven de estos pensamientos de sus padres ! Ella seguía yendo y víniendo a las. cla– ses gozando con las grandes disputas de los filosbf1:>s y las bellezas admirables de los poetas. ¿ Quiéfr 1 139dr_á decir las horas felices que pasó Catalina leyendo los párrafos sonoros de Cicerón ; los versos armoniosos de Virgilio y las hermosas descripciones de Cés~r.i° de Salustio? Df'móstcnes la encantaba por el n:ervi~ de su argumentadón; Homero, por la sonoridad<á'é} sus versos y la delicadeza de sus imágeties; Sófocles y Eurípides, por el dramatismo de sus personajes ... Catalina era una auténtica enamorada de la ciencia y de la belleza. Pero entre todas las ciencias, la filosofía era la que más llamaba su atención. Las disputas públicas en la clase o en la plaza la atraían de tal forma, que no
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz