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Espíritu de oración Orar no es otra cosa que hablar con Dios. Clara, la gran enamorada del Sefior, lo fué también de la santa oración. Cuenta la historia que en todos los actos de comunidad siempre era C'lara la primera en llegar a la capilla, y cuando las demás religio– sas se retiraban a descansar por la noche, ella permanecía sola junto al sa.grario en profun– da meditación, la cabeza inclinada, o postrada ante el altar "como si besase los pies de su amado Jesús". "El Señor-continúa el biógra– fo de la Santa-purificaba el alma de su fiel esposa en el crisol de la oración, y la daba a gustar la dulzura de su divina presencia." Retirémonos de cuando en cuando al monte de la santa oración para mejor conocer a Jesús, pues es muy derto que conociéndoie le amaremos. DIA SEPTIMO Amor·_-a la pobreza Clara, fiel discípula del Pobrecillo de Asís, t,uvo para la santa pobreza un lugar preferido en su corazón. Antes de entregarse al servicio de Dios renunció a toda su cuantiosa fortuna y la entregó integra a los pobres. ¿Quién po– d~á decir las privaciones que sufrió durante los anos de retiro en el pobrísimo convento de San 50

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