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-Es necesario que nos separemos-se li - mitó a decir Francisco; y levantQ la mano para bendecir a su hija espiritual. Clara se puso de rodillas y recibió emo– cionada la bendición. Pero antes de levan– tarse del suelo se atrevió a decir a Fran– cisco : --Padre, ¿cuándo nos volveremos a re– unir para oírte otra vez hablar de Dios? -Cuando los rosales tengan flor-respon– dió sencillamente Francisco. Se despidieron y cada uno siguió su ca– mino. Pero Clara, poniéndose en oración, pidió al Señor que el corazón de Francisco se cambiase a fin ·de que .antes que llegase la primavera volviese a regalarla con el te– soro de su santa palabra. Unos pasos lle– vaba andando Clara, cuando a la vera del camino vió un rosal cubierto de rosas. Lan– zó un suspiro y volviendo sobre sus pasos, comenzó a dar voces diciendo: -Padre, padre... Francisco volvió al encuentro de Clara y vió cómo ésta le señalaba emocionada el ro- 32

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