BCCCAP00000000000000000000914
VII FLORECEN LOS ROSALES A L poco tiempo de esto s u c e d i ó que Francisco y Clara iban hablando de Dios en un crudo día de invierno. El . frío exterior no lo sentían aquellos dos cuer– pos porque internamente sus almas iban abrasadas en el fuego del amor divino. -Hija mía-dijo Francisco después de haber pasado largo rato en santa· conversa– ción-. Es menester que nos separemos; tú a ,,tu convento de San Damián, y yo al de Santa María de los Angeles. -Padre mío-gimió Clara-, ¿por qué no has de seguir en tan hermosa y fructuo– sa conversación ? Mi alma siente en ella tantos deseos de ser buena.. .
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz