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VI CONV I TE FRANCISCANO L A amistad de Clara y Francisco era es• trechísima, pero el siervo de Dios qui• so poco a poco dejar que las vírgenes de San Damián se acostumbrasen a la sole• dad de su convento, por lo que comenzó a distanciar sus visitas y sus pláticas es– pirituales. Clara nada decía, pero no por eso dejaba de suspirar por los amables con– sej os y · las santas conversaciones de su com– patriota. ---Parlre-- le dijo un dí.a a Francisco uno de sus compañeros-. Sabemos que la her - mana Clara tiene deseos de veros con más frecuencia, y sobre todo de que comáis en su compañía. - ¿ Os parece que la debo complacer? 17
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