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trecha celdilla de Clara, iban repitiendo en su corazón: ¡ La madre Clara es una ver · dadera santa! Por eso este día de la Navidad quisieron darla el alivio y el gozo de que asistiese con todas a la misa de medianoche. ¡ Pero estaba tan débil! -¿Queréis que os llevemos al coro y des– de allí seguiréis de cerca las divinas ala– banzas? Clara miró a la religiosa que la hizo esta proposición, con ojos encendidos por la emo– ción, pero si el espíritu estaba pronto, no así el cuerpo, que estaba marchito y des– hecho. -Me es del todo imposible, hermana --<:ontestó Clara, mientras por sus ojos se de:slizahan dos gruesas lágrimas--. Me re– signo a permanecer hoy también en este le– cho de dolor. Desde aquí ofreceré al Señor el sacrificio que me pide. La campana conventual repica alegremen– te. Es la noche más feliz del año, la noche en qne nació Cristo en un pobre portal, don– de fué adorado por humildes pastores. Co– mienza el rezo de los Maitines. Cristo ha nacido, venid y adoradle. Sigue la celebra- 24

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