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n F UGA MISTERIOSA L UNES Santo del año 1212. Clara tiene aún viva en su imaginación la cere– monia del día anterior. El Obispo de Asís ha tenido con ella una atención que nun– ca podrá olvidar. ¿Por qué a ella le da– ría una palma tan hermosa? Aquella dul– ce sonrisa del Obispo, aquel paternal signo de benevolencia no era seguramente por ha– berla visto recogida y absorta, las manos cruzadas, los ojos brillantes de emoción, los cabellos de oro ligeramente cubriendo el rostro perfecto de la joven Sciffi; segura• mente · que el Obispo estaba enterado de los pensamientos que bullían en el corazón de Clara. ¿Sabría algo de lo que iba a succ•· der? Supiéralo o no el señor Obispo, lo cier- g