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BAJO EL A N'l L LO DEL PESCA fJ O R 97 4[1uien daba la salud y la :vida de balde; pero su oficio les exigía ser fieles cumplidores de la ley. La escena entre Pedro y los recaudadores no se le pasó ,a: Jesús desapercibida, por lo qne, apenas llegaron a casa, Mzo Jesús a Pedro esta pregunta : -¿Qué te parece, Simón, los reyes de la tierra de quién .cobran censos, de sus hijos o de los extraños? -De los extraños. -,Luego los hijos están exentos de pagar el tributo... ~Así es, Maestro. -Perfectamente; pero para que no se escandalicen, vete al mar, echa el anzuelo, y al primer pez que pique, te abres la boca• y en ella encontrarás un estater, tómalo y dalo por nú y por ti. · · Pedro cogió la caña de pescar, que sólo usaba los días -tle asueto; puso el cebo en el anzuelo y se dirigió al lago ~1presuradamente. Los recaudadores quedaron admirados de las palabras de Jesús y de la confianza de Pedro y sintieron vergüenza ,(le haber pedido aquella miserable cantidad. A los pocos minutos vieron a Pedro que venía oorrien– ,do : traía en una mano un pececill'o palpitante, y en la -ot1·a un estaier, que entregó a los recaudadores. -Tomad, por el Maestro y por mí-dijo muy contento. Los otros discípulos, preocupados con la disputa surgi– da en el camino, hicieron a Jesús esta pregunta i ~Maestro, ¿ quién será el más grande en el reino de los -delos? La pregunta así hecha se refería manifiestamente al rei– no mesiánioo; pero Jestís quiso elevar los pensamientos de sus apóstoles a otro reino mucho más sublime. Un suceso inespera(lo vino .a .darle pie para s-u respues-

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